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Planta perenne herbácea, de la familia de las Solanáceas.
Con frecuencia es un subarbusto, a partir de un rizoma carnoso. Las plantas
crecen hasta 1,5 metros (4,9 pies) de altura con hojas largas ovaladas de unos
dieciocho centímetros. Tallos muy ramificados y leñosos en su base. Sus flores
son llamativas por su forma acampanada, aunque no suelen ser de color vistoso.
Las flores en forma de campana son de color púrpura con reflejos verdes a
verdosos y olor débil. Los frutos son bayas de color verde a un color negro
brillante al madurar totalmente, y aproximadamente 1 centímetro de diámetro.
Las bayas son dulces, contienen atropina y son consumidas por las aves, que
dispersan las semillas en sus excrementos, a pesar que las semillas contienen
alcaloides tóxicos. Hay una forma pálida de flor amarilla llamada Atropa
belladona var. lutea, con frutos de color amarillo pálido. Atropa belladona se
utiliza muy poco en los jardines, pero cuando se planta, es por lo general por
sus grandes frutos vistosos.
Se ha naturalizado en algunas partes de América
del Norte, donde se encuentra a menudo en lugares sombreados y húmedos de suelo
calizo. Se considera una especie de maleza en algunas partes del mundo, donde
coloniza zonas con suelos alterados eutrofizados, colinas boscosas o
yacimientos carboníferos. La germinación de las semillas es a menudo difícil,
debido a la cubierta dura de las semillas que causa latencia. La germinación
tarda varias semanas bajo condiciones de temperatura alterna, pero se puede
acelerar con el uso de ácido giberélico. Las semillas están diseñadas para
pasar por el sistema digestivo de las aves.
Al igual que las daturas o la mandrágora, esta planta
pertenece a la clásica farmacopea de las "hierbas de las brujas".
Para muchas tradiciones europeas, la belladona ha sido -y sigue siendo- objeto
de creencias, leyendas y fábulas diversas. Fue utilizada en el antiguo Egipto
como narcótico; en las orgías dionisíacas griegas como afrodisíaco, en las
ofrendas romanas a Atenea, diosa de la guerra, para provocar el fulgor en la
mirada de los soldados, en Siria para "alejar los pensamientos
tristes", y en tierras celtas y centroeuropeas para honrar a Bellona,
diosa de la guerra. En la Edad Media su uso y difusión pasa a ser secreto y se
relaciona con Paracelso y otros autores vinculados a la alquímia, así como con
las mujeres de conocimiento conocidas como "brujas".
Se cree que su nombre deriva del uso doméstico que hacían
de ella las damas romanas (donnas bellas), haciendo infusión con sus hojas para
blanquear el cutis y aplicando el jugo de su fruto en los ojos para provocar
dilatación de las pupilas (midriasis).
La planta crece en lugares sombreados; normalmente
alcanza una altura de 1,5 metros, posee flores de color morado y un mal olor
característico.
Sus alcaloides (hiosciamina, atropina, escopolamina),
derivados del tropano, la convierten en una planta venenosa, capaz de provocar
estados de coma o muerte si es mal administrada. En dosis tóxicas provoca
cuadros de delirio y alucinaciones. A pesar de ello, la planta se utiliza
medicinalmente en oftalmología como midriático, como antiespasmódico,
antiasmático, anticolinérgico, etc. Correctamente utilizada en neumología se
usa para problemas de espasmos bronquiales aunque puede acarrear escasez de
secreciones.
Los extractos de belladona se han empleado clásicamente en el
tratamiento de la enfermedad de Parkinson y los síndromes parkinsonianos con
relativo éxito, cuidando de prevenir efectos colaterales y adversos. La
belladona también se emplea en gastroenterología en dosis bajas como
neuroregulador intestinal en casos de colon irritable, colitis ulcerosa, etc.
En dosis moderadas puede servir como un buen analgésico o una planta
anestesiante.