ORQUIDEA


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Dentro del mundo vegetal esta es la planta más numerosa en cantidad de especies. No todas son fáciles de cultivar en una habitación, porque la inmensa mayoría necesitan para crecer unas condiciones óptimas semejantes a la que se les ofrece en los viveros, es decir, una humedad muy elevada y una temperatura cálida y estable, lo que resulta bastante difícil en el interior de nuestros hogares.

Es cierto que son mucho más delicadas que otro tipo de plantas, pero merece la pena cultivarlas por su extraordinaria belleza; sólo habrá que prestarles ciertas atenciones sencillas de cumplir.
Si elegimos comprar una Orquídea que florezca en abundancia y que nos dure mucho tiempo, habrá que proporcionarle un entorno que se acerque en lo posible a su ambiente natural.

Todas las Orquídeas necesitan una media de humedad ambiental del 75 al 85%, sobre todo cuando las temperaturas son elevadas, por ello es imprescindible pulverizarlas con agua sobre las hojas y alrededores de la planta con mucha frecuencia. El riego es importante, pero la humedad ambiental es algo clave en su cultivo. Cuando están en flor hay que pulverizarlas cuidando de no mojar las flores.

Lo ideal es utilizar agua de lluvia, pero sin cometer el error de poner la planta bajo la lluvia, sino, recoger el agua en un recipiente, atemperarla ligeramente y regar la planta con ella. Otra forma casera y eficaz de ablandar el agua para el riego, es poner una cucharadita de vinagre por cada cinco litros de agua.

Las Orquídeas requieren de una máxima iluminación, pero nunca se deben exponer a la luz directa del sol, en todo caso esto se pueden exponer algunas especies más tolerantes como la Cymbidium en lugares donde el sol incida de forma suave.
Hay que proporcionarles mucha ventilación, la mayoría prefieren pasar el verano en el exterior, en un lugar protegido del sol. Se ha de evitar situarlas entre corrientes de aire; si están cerca de una ventana donde pueda entrar demasiado frío se deberán retirar por la noche.
Las orquídeas necesitan un sustrato especial, que sea esponjoso, ligero, permeable al aire, capaz de almacenar nutrientes y humedad. De la misma forma, el abono para usar en este tipo de plantas ha de ser especial para Orquídeas, aportan los aminoácidos, vitaminas y minerales que necesitan.

La alimentación les proporciona vigor en la etapa de crecimiento, al tiempo que estimula y aumenta su floración. Como norma general se deben abonar cada tres riegos durante el periodo de desarrollo, pero utilizando una dosis menor que la recomendada por el fabricante.
Casi tosas las especies sólo requieren ser trasplantadas a una maceta mayor cada dos o tres años, lo mejor es esperar a que la maceta esté repleta de raíces o que desarrollen raíces aéreas. Este es un buen momento para aprovechar y dividir los ejemplares más maduros, que suelen formar grandes masas de raíces.

Para realizar el trasplante de las Orquídeas es importante esperar a que termine su floración. Si las raíces están bien desarrolladas y sanas será suficiente con cambiar el sustrato (siempre especial para este tipo de plantas) por uno nuevo.

Este es un buen momento para realizar la división de la planta y obtener nuevos ejemplares. Hay que sacar la planta de la maceta, retirando el sustrato viejo y comprobando que las raíces estén sanas eliminando las que estén dañadas.
Se divide con las manos el entramado de raíces y se introduce cada parte dividida en una maceta totalmente limpia y con el fondo cubierto con una capa de drenaje, rellenando con el nuevo sustrato y presionándolo suavemente, para acabar regando el sustrato en profundidad.


El agua es quizás, junto con la luz, el elemento más importante en el desarrollo de las orquídeas. Es mediante este elemento como la planta se hidrata y nutre a partir de las substancias orgánicas disueltas en ella.
Las orquídeas no pueden regarse con la primera agua que tengamos a nuestro alcance. Normalmente el agua corriente que sale del grifo de casa presenta una alta dureza, cloro, elevado ph y otros componentes que la hacen altamente perjudicial. Recordemos que en su hábitat natural las aguas suelen ser muy blandas y exentas de aditivos.

Para regar nuestras plantas deberemos utilizar agua blanda (baja en sales minerales, calcio, sodio, etc.). Normalmente se utilizan aguas embotelladas (la de marca Bezoya es idónea). No obstante, si disponemos de muchas plantas, una buena opción es instalar un equipo de filtrado de agua por osmosis inversa. Actualmente hay diferentes modelos a precios muy asequibles. Este tipo de filtrado múltiple nos asegura una baja dureza, una corrección del ph, eliminación del cloro y partículas pesadas.
Los riegos deberán tener una frecuencia ajustada a las condiciones de temperatura. Mayor frecuencia en verano y menor en invierno coincidiendo con los periodos de reposo después de la floración.

Los riegos deben simultanearse con las vaporizaciones que más adelante trataremos.
Es importante dejar que el substrato se seque parcialmente (sin llegar a que esté totalmente seco) entre riegos. Si vigilamos las raíces (en las que tienen envase transparente) sabremos que hay falta de riego si las raíces se han vuelto de color blanquecino. Si están verdes, probablemente no necesitan más agua.

Evitar en todo caso que el agua quede encharcada en el substrato. El drenaje siempre ha de ser muy bueno aunque esto hará que tengamos que regar más a menudo.
Para mantener un poco de humedad sin dañar las raíces, es aconsejable que coloquemos debajo de la maceta o recipiente que contenga la orquídea, un plato con bolitas de arcilla y un poco de agua. Lo importante es que el agua no entre en contacto directo con la base de la maceta ya que esto podría causar la podredumbre de las raíces. Deben ser las bolitas humedecidas las que transmitan por capilaridad algo de humedad.