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Se cree que la dalia procede de ciertas regiones de
México, concretamente en lo que hoy es el Estado de Morelos, situado en el
centro del país, al sur de la capital federal. De hecho, la dalia está
considerada la flor nacional de México. Los aztecas la cultivaron bajo el
nombre de “xicamiti”, palabra cuyo significado podría traducirse como “la flor
de camote” porque la planta se reproduce por bulbos. Su uso era alimenticio por
sus tubérculos. Tras la colonización, los españoles, que denominaban a esta
planta “jicamite”, la llevaron a Europa también con el fin de convertirla en
fuente alimenticia. Pero el destino que finalmente se le dio al nuevo vegetal
lo iniciaron los belgas, que obtuvieron incontables variedades para el uso
decorativo de sus flores. La nueva flor recibió el nombre de dalia en honor al
ilustre botánico sueco Anders Dahl.
La dalia es una planta de la que se han desarrollado
cientos de variedades. Desde las globosas y las de flores pequeñas, muy
populares en la época victoriana, hasta las más conocidas hoy en día con flores
grandes y de tipo cactus. Las tallas también son muy variadas, y van desde las
enanas (30 centímetros de altura) hasta las gigantes, que pueden superar la
talla de una persona adulta. La época de floración también es un atractivo
añadido porque su máximo apogeo está cuando la mayoría de flores están
perdiendo el esplendor, es decir, desde mediados de verano hasta los primeros
fríos. Su cultivo es muy adaptable al tipo de suelo y situación lo cual permite
cultivarla en una gran variedad de substratos así como a pleno sol o también a
media sombra.
Para cultivar la dalia podemos recurrir a los tubérculos
(los hay para suelo o para maceta), los esquejes enraizados (plantas en
macetas) o bien mediante semillas. Para los tubérculos deberemos plantarlos al comienzo de la primavera
haciendo un hoyo de 15 centímetros de profundidad y enterrándolos
completamente. En esta fase no aplicaremos riegos abundantes hasta que salga la
planta y la flor (1 o 2 veces por semana). Para las plantas en macetas
deberemos plantarlas a finales de primavera y regarlas durante dos días para
asegurarnos que enraizan perfectamente. En el caso de las semillas, deberemos
sembrarlas a principios de primavera y transplantarlas a finales de esta
estación.
Para asegurar una floración abundante deberemos cortar
los ápices centrales de crecimiento. En cambio, si queremos flores grandes
deberemos cortar los tallos laterales y dejar el central. El riego también
deberá ser abundante (diario, si no llueve) evitando mojar el follaje y siempre
asegurando un buen drenaje. Cuando lleguen los primeros fríos y se marchite la
planta, deberemos cortar los tallos a unos 15 centímetros del suelo y
desenterrar cuidadosamente los tubérculos.
Esta es una planta herbácea, de tallos tiernos, flexibles, muy frondosa, con raíces tuberosas que produce unas de las flores más bonitas y perfectas de la naturaleza.
En el caso que se desee cultivar dentro de casa hay que colocarla lo más cerca posible de una ventana, ya que necesita la mayor cantidad de luz posible, mejor si incluye algunas horas de sol al día.
Esta es una planta herbácea, de tallos tiernos, flexibles, muy frondosa, con raíces tuberosas que produce unas de las flores más bonitas y perfectas de la naturaleza.
Aunque es una planta vivaz, en las regiones con climas
fríos debe cultivarse como planta anual, sacando y guardando los bulbos cada
otoño, para volver a plantarlos en primavera.
Florece sin parar durante todo el verano con unos
cuidados básicos.
La Dalia necesita mucha luz y tolera el pleno sol incluso
en los climas más cálidos, dado que favorece a que la planta genere una mayor
floración.
Sólo requiere de un suelo fértil y bien drenado, y
aportaciones regulares de abono para florecer hasta el otoño, conviene además
protegerla del fuerte viento.
Uno de sus mayores atractivos reside en la gran variedad
de formas y colores que presentan sus deliciosas y espectaculares flores.
Pueden ser simples, con una sola capa de pétalos, o
dobles, con varias capas, hasta el punto que algunas forman una esfera perfecta
y densa de pétalos de colores muy vivos, con unas de las gamas más variadas de
las plantas con flor.
También se diferencian por su tamaño, hay variedades que
apenas alcanzan los 8 cm de diámetro y otras, en cambio, superan los 15 cm.
Para que las flores tengan un gran tamaño, sólo hay que
cortar los capullos laterales y dejar el central, el que está más alto y
sobresale del tallo, con ello se obtendrán menos flores, pero de una medida más
espectacular.
Se debe cortar las flores que estén marchitas para que
produzca más cantidad.
El tamaño de la planta también puede ser muy variado, desde
unos pocos centímetros hasta más de un metro de altura.
A la Dalia no le gusta demasiado estar en interior,
aunque se la puede mantener como planta que se desecha después de la floración,
pero se acorta considerablemente la duración de la flor y su cantidad.
En el caso que se desee cultivar dentro de casa hay que colocarla lo más cerca posible de una ventana, ya que necesita la mayor cantidad de luz posible, mejor si incluye algunas horas de sol al día.